Opinión Migración 211021

Estrictamente personal / Calladito se ve más bonito

¿Qué hizo el amigo del presidente Andrés Manuel López Obrador en febrero del año pasado? Pues el entonces presidente Donald Trump, ante quien el mandatario mexicano se entregó para llevar la fiesta en paz con Estados Unidos, estuvo en el umbral de cometer un acto de guerra contra México. Ordenó planear el sellamiento de la frontera con 250 mil soldados –la mitad del Ejército activo– y enviar comandos a territorio mexicano para cazar a los jefes de los cárteles de la droga. Si López Obrador no actuaba, lo haría él. Trump se detuvo, de acuerdo con una reconstrucción de aquellos días realizada por The New York Times, sólo hasta después de que civiles y militares en el Pentágono le dijeron el tamaño de agresión en el que se embarcaría –probablemente, aunque no lo dice el diario, sólo equiparable a la Expedición Punitiva del general John J. Pershing para capturar a Francisco Villa, que atacó Columbus, en Nuevo México, en 1916–.

La revelación del Times abre una pequeña ventana a la forma como, en casos extremos de un casi demente, actuaba Trump. Acciones radicales como frenar la inmigración y aplastar la política de “abrazos, no balazos” llegan a ser consideradas en la Oficina Oval. En aquel entonces López Obrador modificó su política migratoria y de asilo para saciar a Trump, y lo apoyó hasta que dejó la Presidencia, avalando de esa manera, incluso, el azuzamiento al ataque al Capitolio el 6 de enero pasado. Hasta ahora, el tabasqueño ha dicho que Trump se portó muy bien con México. Tan ingenuo en ese entonces como ingenuo hoy, al tomar al pie de la letra las lisonjas que la administración Biden le lanza.

Pero no hay que engañarse. Éste es un discurso para la gradería, aunque hay que reconocer que, aun entre el público mexicano informado, hay confusión y se preguntan cómo, pese a las políticas que afectan la inversión estadounidense y violan el Tratado de Libre Comercio norteamericano, parecería que le perdona todo. Habría que recordar lo que este lunes escribió Mary Anastasia O’Grady, la columnista de temas latinoamericanos en The Wall Street Journal, donde a propósito de acciones expropiatorias contra activos estadounidenses, preguntó: “¿Por qué López Obrador tiene la impresión de que a Biden no le importa?”.

Sí le importa. Las adulaciones tienen un fondo. Sin actuar como un búfalo en la sabana africana, el presidente Joe Biden y su equipo están sacando todo y más de lo que Trump obtuvo, permitiendo a López Obrador, con la retórica suave, tener amplios márgenes políticos en México para presumir, aunque sea una mentira, que la relación con la Casa Blanca es muy buena. Ya estamos viendo la realidad.

La semana pasada anunció el gobierno, como un logro de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la apertura de la frontera entre los dos países para tráfico no esencial. Sí fue una gestión del secretario Marcelo Ebrard, pero tuvo como contraprestación que México reanudara la entrega de las visas especiales a sus agentes de la DEA, reducir las restricciones que existen desde octubre contra ellos y, además, afinar la forma como se van a realizar operaciones conjuntas policiales en territorio mexicano contra los cárteles de la droga. La Cancillería procesó esto en la opinión pública como si fuera parte de un acuerdo, para que agentes mexicanos participaran en acciones en Estados Unidos, convenientemente olvidando que ya lo hacían desde hace años, pero que el gobierno decidió cancelar unilateralmente esa cooperación en 2019.

Aceptó también, tras una reunión en la Ciudad de México con una delegación de alto nivel encabezada por el secretario de Estado, Antony Blinken, la imposición de una política de combate al narcotráfico –que hoy no existe– donde el gobierno mexicano informará de sus acciones y pruebe que está haciendo lo solicitado. Este tipo de exigencias no existían desde que se canceló en 2002 la llamada “certificación”, el proceso anual encabezado por el Departamento de Estado donde aprobaban o reprobaban el comportamiento de México en la lucha contra las drogas, de acuerdo con las directrices que les marcaban desde Washington.

El gobierno mexicano ha escondido las nuevas imposiciones de Estados Unidos en el discurso laudatorio de los estadounidenses y la cortesía diplomática de Blinken, que aceptó un tour por los murales en Palacio Nacional, o de John Kerry, representante especial de la Casa Blanca para el cambio climático, que aceptó ir a una parcela para que el Presidente le mostrara el programa Sembrando Vida, a quien regó de frases elogiosas que lo ayudaron a mantener en alto el apoyo de la gradería. Pequeñas concesiones de relaciones públicas por los servicios que está prestando.

Como lo cedió con Trump, se renovó el programa Remain in Mexico, para que quienes buscan asilo en Estados Unidos permanezcan en este país, y la Guardia Nacional desplazó al 40% de su fuerza operativa a la frontera con Guatemala para deportar indocumentados, aliviando las presiones políticas para Biden en su país. La visita de Kerry también rindió frutos: el Presidente comprometió el apoyo de México a las propuestas de Estados Unidos en la COP-26 que iniciará en 10 días en Glasgow, cuyo eje es la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, a la que se oponen desde hace casi 15 años con Brasil, India, China y Sudáfrica. Es decir, López Obrador dijo que apoyaría lo que los países emergentes, como México, rechazan, y que respaldaba la lucha por las energías limpias, que se contrapone completamente a su política a favor de los combustibles fósiles.

Biden, a diferencia de Trump, no piensa en acciones militares ni punitivas. Su gobierno es de profesionales que usan el garrote y la zanahoria. El discurso dulzón que han utilizado les ha dado grandes rendimientos. Mejor palabras suaves que los tuits amenazantes de hace no mucho. Así no obligan al Presidente de México a pronunciarse, quien con Biden como fue con Trump, sabía que calladito se veía más bonito. (Raymundo Riva Palacio, El Financiero, p. 8)

Duda Razonable / La negociación entre López Obrador y Biden

Ayer por la mañana, The Washington Post adelantó en exclusiva los números que muy pronto dará a conocer el gobierno estadunidense sobre el número de migrantes que fueron detenidos en la frontera entre México y EU en el último año fiscal que, para ellos, va de octubre de 2020 a septiembre de 2021.

Más de un millón 700 mil “encuentros”, como les llama la patrulla fronteriza. La cifra más alta para 12 meses desde 1986. Tal vez el número que más debería preocuparnos y preocupar a ambos gobiernos es el de mexicanos que intentaron cruzar la frontera: 608 mil, otro número seriamente al alza respecto a años pasados.

Son cifras que señalan con claridad que la concentración de esfuerzos en la frontera sur mexicana resulta al final de cuentas una simulación para quedar bien entre todos, pero no han frenado a quienes quieren llegar a EU.

El número es una mala señal para el gobierno de Biden en tiempos en que su aprobación sigue baja y el trumpismo sigue activo en varios estados. Fue la migración y su famoso muro el tema que en muchas maneras construyó la candidatura de Donald Trump durante su primera campaña, y es hoy un tema que siguen usando los candidatos que Trump apoya.

Y es una mala noticia para México, porque gracias a la decisión de un juez, el gobierno de Biden tiene que reponer el programa Remain in Mexico, creado por el trumpismo y aceptado —chantaje económico de por medio— por este gobierno, que puso en nuestro territorio a miles de solicitantes de asilo a esperar audiencias que llegaban a cuentagotas.

El gobierno estadunidense advirtió al juez que regresar al Remain in Mexico requería de la colaboración del gobierno mexicano y, desde hace algunas semanas, los representantes de ambos países lo han venido conversando.

Pero política es política. Los problemas de Biden para pasar su programa de recuperación económica por el Congreso y la información de que la crisis migratoria —porque eso es lo que quieren decir los números— será utilizada por los republicanos en las elecciones del próximo año podrían forzar la mano y voluntad de Biden y presionar al gobierno mexicano a aceptar cosas como el Remain in Mexico segunda versión.

No tardaremos en ver en qué termina esta negociación. (Carlos Puig, Milenio, Al frente, p. 2)

Biden, Biden

Acabó la luna de miel de Biden con la opinión pública de Estados Unidos. Las inconsistencias de su estilo de gobernar han impactado las preferencias del público. En septiembre obtuvo 43 % de aceptación. Según Gallup, ha perdido seis puntos desde agosto y 13 puntos desde junio. Los republicanos no lo aceptan, pero los independientes que pudieron convertirse en aliados de los demócratas, vienen descalificándolo: de 55% en junio a 37% a mediados de octubre.

Biden ganó la presidencia no por bueno, sino porque Trump es malo. Su desempeño ha sido desastroso. Un asunto de la importancia para México, la política migratoria, ha sido un disparate. Ofreció en campaña resolver el problema de los Dreamers, generando esperanza, prometiendo permisos de trabajo y nacionalizaciones, ahora un bloque demócrata cancela la promesa.

En asuntos migratorios, según el Pew Research Center, la Patrulla Fronteriza sostuvo en junio, encuentros con 200 mil migrantes, marcando un lamentable récord. El manejo de la crisis en la frontera con México ha sido infausto. Quedarán selladas las imágenes de la caballería fronteriza persiguiendo a despavoridos haitianos, algunos con niños en brazos. (…) (Mario Melgar, El Universal, Opinión, p. 17)

Quebradero / Sobre las preocupaciones del Presidente

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RESQUICIOS

De octubre del 2020 a septiembre del 2021, EU detuvo 1.7 millones de migrantes, 608 mil son mexicanos; es la cifra más alta de la que se tenga memoria. Si bien algunas personas pudieran ser detenidas en más de una ocasión, los hechos indican que en esencia se mantiene la política de Trump. (Javier Solórzano, La Razón, La dos, p.2)

Café político / Cumplir promesas lleva gasto al límite

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Notas en remolino

(…) los compromisos políticos de los aliados forzaron a la cancillería a torear al INM y eludió dar curso a la solicitud de extradición que presentó Paraguay sobre el excomandante de las colombianas FARC Rodrigo Granda… (José Fonseca, El Economista, Política, p. 45)

¿Será? / La Lucha sigue

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Mejor trato a migrantes

A pesar de las cifras proporcionadas por las autoridades mexicanas respecto al papel de las autoridades en el “rescate de migrantes” en el que no solo se ha incluido a la Guardia Nacional, sino también al Ejército con el Plan Migración y Desarrollo de la Frontera Norte-Sur, quien ya deslizó un reclamo fue la Iglesia Católica. En el editorial de Desde la Fe se pide buscar caminos más humanos en la política migratoria y que el Gobierno abandone su política de represión contra ellos… ¿Será?

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En el ojo del huracán

La constante actividad de Marcelo Ebrard ha puesto a la cancillería mexicana en un escaparate internacional. Por ejemplo, en las pláticas venezolanas aunque al final Maduro decidió ya no acudir y las mesas fueron suspendidas; en la extradición de Granda esquivó la papa caliente; en la reestructuración de la OEA y la Iniciativa Mérida tomó la batuta, en la recepción de vacunas es el héroe de la película, y en el recibimiento a Evo Morales ayer reiteró que no cede en sus lealtades. No falta quien diga que hasta parece campaña, pero aún falta tiempo para eso… ¿Será? (24 Horas, La dos, p. 2)

Una visita oportuna

Sorprendieron a propios y extraños los halagos y vítores por parte de John Kerry, enviado presidencial especial de los Estados Unidos para el Clima, al programa Sembrando Vida en la reunión que sostuvo el demócrata con el Gobierno de México en Palenque, Chiapas este lunes.

Calificar al programa como “símbolo de liderazgo de México” y las constantes alusiones e insinuaciones a la colaboración entre ambos países sugieren que la visita de Kerry puede tener un propósito ulterior que ayude a la administración de Biden a mitigar la ola migratoria y con ello recuperar un poco la popularidad del mandatario, que va en picada desde hace algunos meses.

Al menos, las insinuaciones para la extensión de Sembrando Vida a Centroamérica indican que nuestro vecino está considerando seriamente los llamados insistentes de López Obrador para que se invierta en esa región y con ello paliar un poco décadas de atraso, exclusión, pobreza y violencia que han orillado a miles de centroamericanos a emigrar en busca de mejores condiciones de vida.

La sugerencia de expandir el programa que el Presidente de México ha ido repitiendo desde hace tiempo, bajo la sorna de sus detractores, hoy no parece una idea tan descabellada para el gobierno de EU que busca, a toda costa, evitar que el discurso antiinmigrante de los republicanos le cueste las intermedias del próximo año y la presidencial del 24. (…) (Javier García Bejos, El Heraldo de México, Editorial, p. 16)

Alhajero / La Cámara del rencor y la intolerancia

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GEMAS: Obsequio de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, durante el encuentro de gobernadores del sureste con el embajador de Estados Unidos, Ken Salazar: “A mí me dijeron ‘ese tema no lo toques’ (migración). No sé por qué me lo quitaron a última hora, pero así son las cosas aquí. Me dijeron ‘no hables de migración, habla de otras cosas’”. (Martha Anaya, El Heraldo de México, País, p. 05)